8 abr 2011

margi

Todo empezó en aquella fría , fea y oscura piscina, en la que dos veces en semana nos reuníamos un par de preadolescentes con las hormonas revolucionadas para que una incansable monitora nos "enseñara" a nadar. Pero no fue hasta el curso en el cual un ogro con gafas y chándal nos daba clase, cuando realmete empezamos a ser buenos amigos, comenzaron las bromas del tipo "mmm eres un margi" , a lo que siguió el fláketi en todas sus versiones. Pero entonces hubo un enorme socavón en nuestra floreciente realción de amistad incondicional, los amoríos del señorito aquí nombrado, por los cuales dejamos de hablar, bueno aunque con lo poco que él habla, más bien dejamos a un lado nuestra preciosa amistad. Este hueco no duró mucho, ya que las nuevas tecnologías y las relaciones humanas son terreno inexplorado y desconocido para mi gran amigo, por lo que ese verano, que podría haber sido de ensueño, se convirtió para su amada y querida novia un infierno, en la que todas descubrimos que tienes una vitrina en tu casa en la que guardas tu móvil. Tras esta tempestuosa etapa, llegó uno de los momentos más encantadores, la confianza pleno entre nosotros, era algo distinto a todo lo demás, era algo que sólo ocurría entre tú y yo, era una sensación mágica, y con ello llegó la adicción a los chicles transoceánicos y a los grupos canarios del año la pera, junto a  millones de anécdotas más que se quedarán en nuesras retinas siempre.
Gracias por esas sonrisas siceras y honesta que siempre has tenido para mí, no las gastes nunca.