13 mar 2011

chester


Fue todo demasiado rápido, el llegar a aquella casa y descubrir una bañera sin tapón, un desayuno sin Nesquik y un jardín de película. Encontrarme a la orilla de un rio con los pies congelados y viendo como “Johnny Wilson” hacía remo, la primera cena a las  6bde la tarde, una bolera y un Google translate. Llegar el lunes a un colegio donde se entra con un código y que me lleven a un castillo con el ogro del lugar. Descubrir  zoo donde no hay donde sentarse y gritar “ venga vamos”, comer chocolate a todas horas. Dar clases de español a niñas que confunden la A con la O, comer paellas al estilo inglés, y enseñar cómo pintarse en carnaval, y a cómo se bailan sevillanas gracias a una manzana. Todo fue como un soplo y la última noche, en aquel pub inglés lloramos como nunca lo habíamos hecho, todas juntas y compartiendo pañuelos. Aunque sinceramente no me importó aquel llanto desenfrenado, porque cada lágrima sabía a un recuerdo, y este viaje es algo que nunca olvidaremos, pero que siempre echaremos de menos.